lunes, 20 de diciembre de 2010

martes, 14 de diciembre de 2010

Testigo

Si hubiera caminado al lado de los celosos, aprovechados y solícitos, todos esos antipáticos, tal vez habría también amueblado el panteón de los hombres de gran éxito; pero he preferido, en un gesto extremo de entrega, ser un testigo del Calvario — el verdadero —, a riesgo de que me excluyeran.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Perdón

Perdonar no es claudicar, no es borrar la ofensa injusta y poner cara de buenos, perdonar es una actitud de la conciencia por la que dejamos a Dios el juicio sobre el comportamiento injusto que hemos sufrido y no damos paso a que en nuestra conciencia se instale el mal, el rechazo y la repulsa hacia nadie. Perdonamos porque tenemos la seguridad de que el comportamiento de la Vida será el que nosotros hayamos tenido con ella. Esta es la correspondencia entre nuestra vida aquí y la futura. Perdonar de corazón al hermano para que Dios pueda hacer lo mismo, porque Dios es justo. La vigilancia, la reflexión, la atención sobre lo que hacemos nos lleva necesariamente a la claridad para ver dónde está el error.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Mi Conversión

El fenómeno de la conversión a Dios es extraordinariamente sencillo y, a la vez, se encuentra dotado de una trascendencia incomparable. Jesús mismo enseño que provoca el gozo de los ángeles en el cielo, un gozo que supera al de contemplar aquellos que ya no necesitan convertirse.
Yo experimente esa conversión hace ahora más de un año en circunstancias que son similares a las de muchos otros y diferentes a la de otros tantos, pero que, en cualquier caso, coinciden con lo que encontramos en el Nuevo Testamento.
Durante mi bachillerato había estudiado religión y filosofía con especial placer, dado que se me impartieron conocimientos de manos de maestros que no solo habían aprendido que y como enseñar, sino que también tenían una profunda experiencia que marcaron sus destinos. Y cuando termine mis estudios secundarios y luego emigrado al viejo continente, guiado fundamentalmente por el deseo de no perder unos conocimientos ya adquiridos seguí leyendo y buscando un camino que por entonces lo veía duro y difícil sobre todo por el hecho de que se trataba de un emprendimiento en solitario y de larga maduración.
Para llevar a cabo esa práctica, siempre con un Viejo y un Nuevo Testamento - una Biblia – comencé a leerlo concienzudamente y con ayuda de un estudioso del libro, empecé a entender y convertirlo en parte de mi vida, sin darme cuenta hasta entonces de que estuvo en mi desde muy joven y porque no decirlo, desde siempre.
Pasados unos años, luego de formar mi familia, y de idas y venidas buscando bienestar, y sobre todo buscando las respuestas más importantes que el hombre se puede formular, y ya con años de lectura y mejor encaminado en mi búsqueda personal, tuve la ocasión de estudiar a Lucas y Pablo, la experiencia no era del todo nueva. Sin embargo, el impacto espiritual no se asemejó a nada que hubiera podido experimentar antes.
Si la lectura de los tres primeros Evangelios no me llevó mucho más allá de la apreciación de un código ético especialmente sublime y de un carácter, el de Jesús, auténticamente extraordinario, el Evangelio de Juan me conmovió de una manera mucho más personal. Hasta entonces había podido verlo todo como un espectador especialmente interesado en cuestiones de estudio bíblico, pero el texto redactado por Juan “para que creáis que Jesús es el mesías, el hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Juan 20, 31) abrió un boquete en aquella coraza de mi corazón y mi carácter hasta entonces desconocido. Sin embargo, no recibí entonces la gracia de la conversión. Esta no se produciría hasta que llegue a la primera carta de Pablo que aparece en el Nuevo Testamento, la destinada a los romanos.
La manera en que el apóstol describía la situación del hombre me pareció totalmente irrefutable. Todos y cada uno de nosotros somos pecadores y no solo eso, cuando estudiamos los mandatos de Dios, lejos de llegar a la conclusión de que podemos acercarnos a Él por nuestros propios meritos, si somos honrados, descubriremos lo lejos que estamos de Su presencia. Como señala la Biblia acertadamente, “sabemos que todo lo que la ley dice, se lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se tape, y todo el mundo se reconozca culpable ante Dios” (Romanos 3, 19).
Sí, Pablo tenía razón al afirmar que “por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de Él; porque por la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3, 20).
Sin embargo, esa conclusión – que con toda la honradez del mundo yo no podía negar – iba unida a un anuncio de amor y esperanza: Jesús el mesías había muerto para pagar con su sangre los pecados del hombre. No solo eso. Ese Dios de amor me invitaba ha recibir a través de la fe ese sacrificio que había sido realizado para darme la vida eterna. Igual que muchos, yo me había formulado la siguiente pregunta: “¿Que debo hacer para ser salvo?”, y la Biblia me respondía lo mismo que había contestado al apóstol Pablo: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo” (Hechos 16, 30-31).
Fue entonces cuando reconocí ante Dios mi condición de pecador, cuando le pedí perdón por mis pecados, cuando acepte mediante la fe lo que Jesús había llevado por mí en la cruz, y cuando, a fin de cuentas, me convertí al que Tomas llamo “Mi Señor y mi Dios” (Juan 20, 28) con la intención de vivir en adelante siguiendo sus enseñanzas.
Aquella conversión era solo el inicio. Ante mí comenzaba un camino que constituye, en mi opinión, una de las razones más poderosas para ser cristiano: la posibilidad de iniciar una nueva vida.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El Encargo

Cada uno comunica lo más importante de su vida. Unos comunican sus poderes, su dinero, sus cosas, su filosofía. El creyente comunica su fe, pues con la Ascensión del Señor nos hemos quedado responsables de hacer presente a Jesús; aunque no nos demos cuenta y aunque no queramos, nos hemos quedado nosotros, cada uno de nosotros, representando en este mundo la persona de Jesús. Por el hecho de llamarnos cristianos hemos aceptado el encargo. No existe cristianismo sin vivirlo con y dentro de los hombres, no existe fe en Cristo sin comunicarla a los demás. Y cuanto más uno da de lo que tiene en su interior, tanto más va creciendo y aumentando aquello que precisamente da. Muy importante es, que saber vivir no es sacar provecho de los privilegios o de la situación personal, eso es propio de los ignorantes; saber vivir es darse cuenta que todo lo que soy crece en la medida en que lo comunico y lo participo. Nos necesitamos para vivir y mantener nuestra esperanza y nuestra salud; necesitamos la comunicación de nuestra pequeña y solitaria experiencia personal. Pero necesitamos no tanto una comunicación de multitud y posesión de cuerpo, como una comunicación de alma, de sentimientos y opiniones. Y esa comunicación del fondo del ser que nos da vida nunca se dará cuando no es posible la verdad, cuando hay que ocultar para no enojar y sobre todo cuando engañamos para quedar bien.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Vivir Pobre

Viví siempre sumido en la pobreza; pero también abrazado a la pobreza, unido a la pobreza en sagrado e indisoluble matrimonio, con la intrepidez y la resignación orgullosa con la que sólo un anacoreta podría hacerlo. Y de esa alianza indestructible, brota una de las notas más distintivas de mis pensamientos, un patetismo desgarrador que no esquiva la maldición de las personas que continuamente se están lamentando, que no esquiva mi lucidísima furia.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Quiero Que Mis Hijas Sepan

“Espera hasta que tengas hijos; tu vida nunca será ya igual”
Siempre supuse que estas palabras eran una advertencia sobre el previsible precio en tiempo, cuidado y atención que ha de pagarse por una carita tierna, manitas chiquititas y traseritos suaves… por lo absolutamente inapreciable y encantadores que son los niños, y en especial para mí, mis niñas.
Sabía que tendría que enseñar a mis hijas un millón de cosas; manejar su triciclo, atarse los cordones de los zapatos, limpiarse la nariz. Calculo que, para mí, ello no implicaba más que estas lecciones, más algunas otras pocas y mucho amor.
Ahora sé que no es así, porque ahora tengo dos hijas, una que se hace grande y otra que se hará grande también. Sé que, si se le enseña a un niño a dividir diez entre cinco, la lección tiene un principio y un final. Pero, cuando se le enseña a una muchacha a llegar a ser una mujer, la lección es tan larga como la vida.
Y olvidarse a enseñar, estar demasiado cansado para hacerlo o elegir no enseñar, no elimina la tarea. Sólo cambia la lección, pues nada enseña más clara y rápidamente la indiferencia o la apatía que la propia indiferencia o apatía.
Si les enseño a mis hijas solamente una cosa, quiero que comprendan la absoluta y profunda relación entre la felicidad y el amor.
Pero no pienso darles largas conferencias sobre el amor. En primer lugar, no conozco modo alguno de decirles porque amo a su madre. Y cuánto la amo no es algo que pueda decir, sino algo que debo mostrar.
Les diré a mis hijas que la felicidad de los seres humanos se mide muy frecuentemente en engañosos espacios de tiempo. Quiero que se den cuenta de que la vida no se vive en lapsos ni siquiera en estaciones, sino en mañanas de sol y tardes de lluvia, en días de campo y de ciudad, en estudiar un libro y en jugar, en esperar que ceda la fiebre de uno de nosotros, en sentarse tranquilamente en casa, o en recoger las ropas de él o ella, y tantas otras de la vida diaria. Pues si no encuentran la felicidad en estas cosas, no la encontrarán en ninguna parte.
Creo que un padre debe a sus hijas una buena dosis de honestidad e integridad. Quiero que las mías sepan que estas cualidades son buenas compañeras que nos ayudan como nosotros mismos. Y que se parecen a nosotros mismos. Y que hacen que atraigamos a otros. La integridad humana tiene las mismas ventajas que la integridad estructural; ambas mantienen unidas las cosas.
Quiero que mis hijas comprendan que el mundo gira en torno a las personas; que no obtendremos de ellos más de lo que hayamos dado; que siempre seremos más felices cuando amamos que cuando odiamos, más cuando ayudamos que cuando herimos.
Quiero que mis hijas sepan que sólo hay una pizca de magia real en esta vida que puede mover en verdad las montañas y convertir los sueños en cosas que puedan tocar y sentir, ver y gozar. Y esa magia se llama ‘creer en uno mismo’.
Quiero que sepan que casi todos pueden lograr cualquier cosa que piensen poder conseguir.
Quiero que mis niñas comprendan que, si creen en sí mismas, pueden usar su energía para trabajar a fin de lograr lo que quieren ser o hacer, y no para preguntarse si será suficiente bueno para intentarlo. Pues la preocupación les agotará tan pronto como el trabajo y, lo que es peor, les atará a la línea de partida.
Quiero que mis hijas sepan que no hay nada como un hombre bueno o una mujer buena. Y que, cualquiera que sea lo que más deseen que les proporcione su trabajo – respeto, alabanza, dinero, seguridad, satisfacción −, lo alcanzarán antes haciéndose y siendo unas mujeres buenas que de cualquier otra manera.
Quizá, cuando puedan comprender, les contaré la historia del carpintero que estaba enseñando a un cliente cuán bellamente había terminado incluso los traseros de los cajones de una pequeña cómoda que acababa de hacer.
− ¿Por qué se tomó tanto trabajo con las traseras? Nadie sabrá nunca cómo son −, le preguntó el cliente.
A lo que el artesano, acariciando con amor la parte superior del mueble, dijo:
−Lo sabré yo.
Trataré de dar a mis hijas una sensación de seguridad, y espero que lleguen a adquirir voluntad y capacidad suficientes para creer que se sentirán satisfechas, a gusto, con un criterio amplio.
Debo enseñarles que las conclusiones son como los automóviles; necesitan ser revisados cuidadosamente con frecuencia e, incluso así, hay que cambiarlas por otras al cabo de cierto tiempo.
Los médicos pueden decirles a mis hijas que su salud y la duración de sus vidas dependen en gran medida de lo que coman y poco más. Yo voy a decirles que creo que dependen todavía más de lo que piensen, que las personas que entre nosotros tienen las mentes abiertas – los verdaderos pensadores, los escritores, los grandes artistas y filósofos – con frecuencia parecen vivir mucho más tiempo.
Me atrevería a decir que las personas parecen viejas o jóvenes, más por sus actitudes que por su nivel de años o de energía; pues las personas que nunca cierran su mente, rara vez parecen decaer física o espiritualmente. Nunca pierden una especie de apetito infantil por lo que viene a continuación, y siempre parecen estar escuchando una voz que no deja de punzarles e impulsarles a no perderse nunca un amanecer.

jueves, 4 de noviembre de 2010

A Mi Pesar

Hay algo en mí de profeta a mi pesar, de Jonás recién escupido del vientre de la ballena, malhumorado, disciplinado y severo, que sin embargo me levanto después de caerme mil veces y me encamino sin temor a Nínive.

martes, 26 de octubre de 2010

Iluso

Soy de esos que ladran en el desierto palabras que nadie entiende, palabras que parecen salidas de los sesos de un iluso, palabras que claman contra gente materialista, entregada a una vanidad inservible que me convulsiona las vísceras y me obliga en cantidad a vomitar, censuras y reprobaciones que tienen la contundencia abrasiva de un escupitajo arrojado en el rostro de mis coetáneos. Y, sin embargo, en medio de esta munición que arrojo con fuerza contra todo aquello que se mueve en mi rededor, hay también en mi una sensibilidad herida y no solo hiriente, una suerte de sensibilidad franciscana que me torna conmovedor y heroico.

viernes, 22 de octubre de 2010

jueves, 21 de octubre de 2010

Inmortal

Soy la encarnación perfecta de lo que aguanta todo. Ésta sociedad aparente y falsa puede hacer nada con mi espíritu. Puede negar mi genio, ultrajar mis logros, pisotear mis méritos, pero nunca, nunca, nunca destruir la grandeza de mi alma inmortal.

domingo, 17 de octubre de 2010

La Cumbre De Los Cuarenta Y Cinco

Al vivir esa montaña de los noventa años a veces más o a veces menos, llegando a la cumbre de los cuarenta y cinco para comenzar ahora el descenso, sé que según el ánimo de mi prójimo, puedo resultar insufrible o espléndido. Conviven en mí, en una mezcla que a simple vista parece monstruosa; el manso y el discutidor y esa especie de religiosidad combativa. Mis pensamientos con aroma de pólvora van contra todo bicho viviente; burgueses, políticos, académicos, ateos, creyentes, anticlericales, clericales, judíos, masones, católicos, jerarquías eclesiásticas… contra la humanidad toda, en fin; o dicho más precisamente, contra la humanidad plácidamente instalada en la tibieza y los lugares comunes. Soy uno de esos pocos malditos verdaderos que elevan el estandarte hecho tiras de la derrota, para convertirlo en bandera de esperanza. ¡Un loco tal vez, o tal vez un santo!

lunes, 4 de octubre de 2010

Madurez

Creo que consiste en haber aprendido lo suficiente como para saber lo que quieres y a dónde vas. Eso no significa cerrarse a la improvisación, pero cuando maduras aprendes a diferenciar lo fundamental de lo accesorio y eso ayuda mucho a vivir.
Yo a veces digo, “estoy ya mayor para aguantar tonterías”, y tal vez la madurez sea eso; saber cuáles son las tonterías y por qué no tienes que soportarlas.

viernes, 1 de octubre de 2010

Como Un Monje

Converso al cristianismo habiendo sido católico, soy un furioso crítico del catolicismo hipócrita y embustero, de las astucias del clero y de las devociones paganas de mis compatriotas. Amo a Cristo como lo haría un monje medieval… al que hubiesen expulsado del convento, con esa exasperación del derrotado que sigue amando en la derrota aquello que otros sólo fingen amar en la victoria; y esa vocación de heterodoxia y protesta me lleva a la ortodoxia plena, que es la de quienes viven el Calvario sin pedir la recompensa del cielo, sin pedir siquiera la recompensa de la gloria del amor en la tierra. Ortodoxia que logro hacer compatible con un estilo íntimo, inesperado e insolente, que lo resuelvo contra la frivolidad mundana… y también contra mis propias contradicciones.

martes, 28 de septiembre de 2010

Cierto

Al ir envejeciendo, la belleza se convierte en cualidad interior.

(A Vicente, mi mejor amigo en el cielo)

martes, 21 de septiembre de 2010

Dependencia

La seguridad económica no depende tanto de los bienes materiales, como de nuestra capacidad para conducirnos sin ellos.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Conversión

En una conversación reciente, se me pregunto “si sigo siendo católico”. Pero si tenemos nuestra mirada orientada a lo que es la Vida, a lo que es el origen de la Vida entre los hombres, se irá haciendo camino una forma de comunicación con los demás que no esté a la espera de una respuesta, sino que iremos dando lo mejor que tenemos porque creemos y vivimos confiados en la respuesta última de Dios.
La salvación que Cristo predica no se realiza desde fuera, cambiando a los demás, cambiando al mundo. Todo arreglo ha de empezar por uno mismo, por un cambio de mentalidad en la línea, precisamente, que Cristo vivió.
Conversión – motivo de la pregunta que me hacen – significa querer vivir, querer volver a empezar, suprimir lo oscuro, no conformarse con la vida que se arrastra. La conversión para preparar la conciencia a la Vida, al Señor, requiere comprender que el esfuerzo, la renuncia y el ofrecimiento de mi vida son algo bueno, positivo. Saber decir que no, y nunca por represión o temor, sino por convencimiento.
Y les digo más. Lo más difícil para cada uno de nosotros es aceptar que la grandeza de nuestra vida depende de nuestra actitud interior. Por eso convertirse a Jesús es aceptar que el fin de todo depende de Dios y que Dios está junto a quienes han hecho de su vida un testimonio oculto de bondad, servicio y esperanza.
Finalmente, todo hombre debe aprender que lo único importante para su vida aquí y luego, será su preocupación por vivir en la Verdad, ser consecuente allá donde la historia le ha colocado, en la religión o en la sociedad en que ha nacido. Convertirse no es hacerse socio de una Iglesia, ni del Papa, ni del Obispo o del párroco de su barrio, es antes que nada aceptar vivir de acuerdo con la verdad de su propia conciencia.

Requisitos

Casi todo el mundo acaricia la idea de ir al cielo. Sin embargo, muchos esperan vivir lo suficiente para ver una suavización de los requisitos de entrada.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El Espíritu Me Puso En Pie

No debemos quedar abatidos por la debilidad que ocasiona nuestra convivencia con los que se declaran del partido de Satanás, sino levantar nuestro ánimo y demostrar que nuestra fuerza radica en la acción del Espíritu que nos penetra y renueva nuestra vitalidad. Es la recomendación que el apóstol Pablo nos hace al presentarse alegre y contento en medio de insultos, persecuciones y dificultades sufridas por permanecer fiel a Cristo. El profeta Ezequiel supo también de la obstinación de los contrarios a escuchar la palabra de Dios, pero el Señor le hizo fuerte frente a ese pueblo rebelde, para que él hable en Su nombre, del valor de la voluntad divina frente a alternativas que se atrevían a anunciar bienestar o desastres no diseñados por el Señor. Cuando esta fuerza de Dios se hace presente en la vida de Jesús entre sus compatriotas, sus paisanos quedan asombrados ante el conocimiento que Jesús muestra de las cosas, así como del poder que ejerce sobre las mismas. El lenguaje de Dios es aquel que transmite la verdad de Su persona. Jesús nunca hizo alarde de su condición divina, ya que Él había aceptado la encarnación para manifestar su humanidad y en ella vivir los sufrimientos del ser humano, como consecuencia de su condición pecadora. Devolver al ser humano una humanidad nueva, es algo que trasciende todo conocimiento y esperanza humana; por ello se asombraban sus paisanos cuando Jesús les hablaba del Reino de su Padre Dios. Sacar a la humanidad del fracaso, cuando se le considera como una parte sin más de la naturaleza caduca y perecedera, es poner en pie lo que esta abatido. Esa acción no la puede realizar nadie más que la fuerza y energía que dimana del Espíritu, capaz de poner al hombre en pie. La única resistencia que Jesús hasta hoy no consigue superar, es la falta de fe de los hombres, que a su vez es don gratuito de Dios.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La Agonía

La única agonía del hombre como especie, consiste en el perpetuo conflicto que se produce entre su deseo de destacar y la necesidad de formar parte de un todo.

lunes, 6 de septiembre de 2010

El Tiempo

El tiempo transcurre lentamente para los que se aburren, elude a los dinámicos, vuela para los jóvenes y, para los ancianos, se agota.
Anhelamos disponer de tiempo; lo maldecimos; solemos matarlo; abusamos de él. Pero ¿es el tiempo un amigo? ¿O acaso un enemigo?
Es poco lo que sabemos del tiempo. Para conocerlo, para apreciar su potencialidad, deberíamos quizá observarlo a través de un filtro, el filtro de los recuerdos.

lunes, 30 de agosto de 2010

La Otra Cara De La Luna

Estoy esperando a que amanezca en la larga noche del tiempo que me ha tocado vivir, y ansío que se produzca una buena noticia. Llamo noticia a algo que altera la cotidianidad, será por eso que los ingleses dicen eso de “si no hay noticias, buena noticia”. Pero como no tengo parientes comedidos ni ricos en mi tierra ni en el extranjero y no puedo esperar ninguna carta y ninguna herencia, me alegro de no recibir nada. Aunque el cartero llame dos veces me va dar igual. La luna tiene dos caras, pero hay que estar en ella para ver la que se nos oculta.

domingo, 29 de agosto de 2010

Duraznos De Mamá

Uno de los regalos más gratificantes que nos da la lectura consiste en remover dentro de nosotros hechos dormidos de nuestra propia vida, despertando el perfume de días que creíamos extintos, avivando la brasa menuda envuelta en la ceniza de impresiones o sentimientos que yacían sepultados bajo el polvo de los días. Es como si, dando un paseo por el campo, nos tropezáramos, entorpecida por arbustos, con una puerta que, al abrirla, ensanchase el horizonte de nuestra propia alma.
Así me ocurrió hace poco mientras leía un buen libro de poemas de Agustín Arnal, “Peces de colores”, donde, el autor rescata episodios de su infancia a simple vista sin importancia que, levantados por la luz de la memoria, cobran un valor precioso y dan vida el presente. Uno de los poemas del libro se titula Diego Argudo, y narra las visitas que a la casa familiar del autor hacia un melocotonero, que para nosotros los bolivianos seria un duraznero, venido de un pueblecito de la provincia de Zamora. Llegaba siempre vestido con rigurosos trajes típicos de su región, desbordante de humildad, y portaba un enorme cesto de mimbre con dos asas, o sea una canasta en la que transportaba sus preciados duraznos que el mismo cultivaba.
Arnal evoca aquellos “duraznos” que le traen “el aroma de aquello que perdí” y actúan como llaves de oro de la memoria.
Mientras leía aquel poema dedicado al duraznero Diego Argudo, mi propia infancia se abalanzo sobre mí, como un ejército sigiloso, como una resurrección secreta. También a mi casa llegaban aquellos duraznos cultivados y traídos de pequeños pueblos, presentados a veces toscos y gruesos, de apariencia un poco humilde, a los que casi era imposible morderlos por su naturaleza innata. Tenían una textura áspera y un sabor primitivo en el que parecían contenerse, peligrosos como el granito, el aroma de los duraznos; un sabor que no se parecía en nada al sabor de los otros duraznos que por entonces también se vendían, sometidos a mil procesos de refinamiento; un sabor aguerrido y ancestral que me hacía pensar que aquel durazno de pueblo era cultivado de forma originaria tal como lo habrían hecho nuestros antepasados.
Era, desde luego, “durazno asno para cocinar”; y mi madre lo compraba para satisfacer el vicio de mi padre y de sus hijos, que eran devotos del dulce de durazno y sus pepas.
Leyendo el poema de Agustín Arnal, recordé los duraznos irrepetibles de mi infancia, cuando mi madre agarraba aquellos duraznos de pueblo y pacientemente los pelaba, arrancándoles con un cuchillo las ásperas cubiertas que traían, que luego pelados arrojaba a la olla, redonda, voluminosa y con asas. Recordé a mi madre, sujetando con una mano la gran olla, mientras con la otra empuñaba una cuchara de madera de palo, con la que removía el contenido empapado en agua y con abundante azúcar, hasta que la mezcla espesaba, sometida a fuego lento durante horas. Recordé que la casa se llenaba con aquel olor santo, nutritivo, frondoso como una promesa de beatitud que anticipa la beatitud eterna del paraíso; y recordé que, al olor del dulce de durazno espesándose, no tardaba en sumarse el olor de los trozos de pan que crepitaban al morderlos.
Recordé el momento en que por fin mi madre nos convocaba a todos ante la gran sopera, alta y panzuda de metal aporcelanada a modo de gran dulcera, que en un abrir y cerrar de ojos ya habíamos sumergido en el dulce la cuchara y llevado una pepa casi desvalida de su pulpa a la boca. Recordé el crujido de los panes y marraquetas, que escondían dentro de sí el sabor de la ambrosía que el dulce de durazno nos dejaba en los labios, como una sonrisa que tratábamos en vano de borrar, relamiéndonos. Recordé los ojos golosos, humedecidos de felicidad de mi padre; recordé la algarabía de mis hermanos; recordé a mi familia luchando con la pepa entre los dientes hasta no dejar en ella ni trazo de pulpa de durazno.
Y, recordé, sobre todo recordé, a mi hermosa y abnegada madre, todavía sudorosa y congestionada por los calores que había sufrido mientras cocinaba el dulce de durazno, copiándose feliz en cada uno de nuestros rostros, orgullosa de habernos traído el paraíso a la cocina, orgullosa de tenernos a su lado, sin pedir nada a cambio.
Y, al recordar a mi mamita Gaby, se ensancho el horizonte de mi alma.

domingo, 22 de agosto de 2010

martes, 17 de agosto de 2010

Alas

De nuestros padres aprendemos a reír y a amar, y a dar los primeros pasos. Pero cuando abrimos un libro, descubrimos que tenemos alas.

sábado, 14 de agosto de 2010

Escuchar

La persona que solo suele escuchar porque no tiene nada que decir, difícilmente podría ser una fuente de inspiración. La única disposición a escuchar que vale, es la del hombre que habla y alternativamente absorbe y expresa ideas.

viernes, 13 de agosto de 2010

lunes, 9 de agosto de 2010

Padre Nuestro

Los apóstoles pidieron a Jesús una oración. Se les había dicho a todos que rezaran oraciones cortas y secretas. Pero no se contentaban con las recomendadas por los sacerdotes teóricos del Templo. Querían una oración propia que fuese como el distintivo de los que seguían a Jesús. Jesús en la Montaña enseño por primera vez el Padre Nuestro. Es la única fórmula de oración que ha aconsejado Jesús. Una de las oraciones más sencillas del mundo. La más profunda de cuantas se levantan de las cosas de los hombres y de Dios. Una oración sin literatura, sin pretensiones teológicas, sin jactancia y sin servilismo. La más hermosa de todas. Pero si el Padre Nuestro es sencillo, no todos lo entienden. La repetición desde hace siglos, mecánica repetición de la lengua y de los labios, la repetición milenaria, formal, ritual, desatenta, indiferente, ha hecho de él una sarta de sílabas cuyo sentido primitivo y familiar se ha perdido. Releyéndolo hoy palabra por palabra, como un texto nuevo, como si lo tuviéramos por primera vez ante la vista, pierde su carácter de vulgaridad ritual y florece en su primera significación.
“…Padre Nuestro”:
Empezamos con lo más bello, convencidos de ser sus hijos. Lo decimos, porque hemos ido a Él y como a hijos nos ama, porque Él es Nuestro Padre. De Él no recibiremos nunca ningún mal.
“Que estas en los cielos”:
En lo que se contrapone a la Tierra, en el lado opuesto a la materia, por tanto en el espíritu. Y en aquella parte mínima pero eterna, del reino espiritual que es nuestra alma.
“Santificado sea tu Nombre”:
No debemos adorarle únicamente con las palabras, sino ser dignos de Él, acercarnos a Él con amor más fuerte. Porque Él ya no es el vengador, el Señor de las batallas, sino el Padre que enseña la salvación en la paz.
“Venga a nosotros tu Reino”:
El Reino de los Cielos, el Reino del Espíritu y del Amor, el del Evangelio.
“Hágase tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo”:
Su ley, de bondad y de perfección, domina en el espíritu y en la materia, en todo el universo visible e invisible.
“Danos hoy el pan nuestro de cada día”:
Porque la materia de nuestro cuerpo, morada del espíritu, tiene todos los días necesidad de un poco de materia para mantenerse. No le pedimos riquezas, que suelen ser estorbo peligroso, sino tan solo aquello poco que nos permita vivir para hacernos más dignos de la vida prometida. No solo de pan vive el hombre, pero sin ese pedazo de pan, el alma, que vive en el cuerpo, no podría nutrirse de las demás cosas más preciosas que el pan.
“Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”:
Perdónanos, pues nosotros perdonamos a los demás. Él es nuestro eterno e infinito acreedor, nunca podremos pagarle. Debemos recordar que por nuestra naturaleza enferma, nos cuesta perdonar una sola deuda a uno de nuestros deudores. Pero Él nos perdona a todos y todo lo que le debemos.
“Y no nos dejes caer en la tentación”:
Somos débiles, atados todavía a la carne, en este mundo, que, a veces, nos parece tan bello y nos llama a todas las cosas materiales de la infelicidad. Le pedimos ayuda para que nuestra transformación no sea demasiado difícil y criticada, y nuestra entrada en el Reino no sufra retrasos.
“Más líbranos del Mal”:
Él, que está en el Cielo, que es el Espíritu y tiene poder sobre el Mal, sobre la materia rebelde y hostil que por doquier nos rodea y de la que no es siempre fácil apartarse; Él, adversario de Satanás; Él, negación de la materia, a Él le pedimos ayuda. En esa victoria sobre el Mal – sobre el Mal que siempre vuelve a retoñar, porque no será de verdad vencido sino cuando todos le hayamos vencido – está nuestra grandeza; pero esa victoria final será menos lejana si nos socorre con su alianza.
Con esta petición de ayuda termina el Padre Nuestro. Donde no se advierte la fastidiosa adulación de otras plegarias, adornadas de elogios y exageraciones que parecen inventadas por un perro que adora a su amo con su alma canina, porque le permite existir y comer. Ni se encuentra la súplica lamentosa, quejosa, como del hombre que implora de Dios todos los socorros, y con más frecuencia que los espirituales los temporales, y se queja si en el trabajo no le ha ido bien, si sus iguales no le respetan, e invoca tragedias y ruina contra sus enemigos, a quienes no sabe vencer por sí solo. Aquí el único elogio es la palabra Padre. Una alabanza que es una obligación, un testimonio de amor. A este Padre no se le pide otro bien temporal que un poco de pan – dispuestos a ganarlo con el trabajo necesario -, y se pide, además, el mismo perdón que concedemos a nuestros enemigos; una válida protección, en fin, para combatir el Mal, enemigo común a todos, opaca muralla que nos impide la entrada en el Reino. Quien reza el Padre Nuestro no es orgulloso, y tampoco se rebaja. Habla a su Padre con el íntimo y tranquilo acento de la confidencia, casi de igual a igual. Está seguro de su amor y sabe que el Padre no necesita de largos discursos para conocer sus deseos. “Vuestro padre – advierte Jesús – sabe lo que habéis menester antes que se lo pidáis.” La más bella de todas las oraciones es también recuerdo cotidiano de lo que nos falta para ser semejantes a Dios.

viernes, 30 de julio de 2010

De Miedo

A los niños les gusta escuchar cuentos de miedo antes de irse a dormir. A los adultos, ver las noticias del día en la televisión. Es decir, lo mismo.

martes, 27 de julio de 2010

Eliminable

No existe fracaso que no pueda borrarse al final de la tarde como una ecuación hecha en una pizarra, porque cada día es una creación enteramente nueva y sólo crecemos a base de nuestros propios fracasos.

miércoles, 21 de julio de 2010

Bebes

Los médicos opinan que tener un bebe en casa, hace los días más brillantes… ¡Deberían incluir también las noches!

Caporales

Alegrándose de su antigua condición de esclavo o quizás deseando haber sido un caporal, capataz de sus hermanos negros. Cuán confuso es el desarrollo y exposición cultural de nuestros pueblos, que para olvidar recordamos. Hermosa para muchos y ambigua para otros. Se dice de ella ser una danza en constante evolución, esperemos sea atendiendo la originalidad de sus raíces y no pierda de vista el pasado de esos hombres y mujeres tiranizados y humillados por paisanos esclavizadores, violentados y obligados por foráneos. Caporales, danza folclórica de Bolivia.

lunes, 5 de julio de 2010

Hoy No

Y el tren se va y el tren no se puede ir…
No sé si alguna vez olvidaré lo que he sentido hoy; angustia, angustia hasta el punto de que la angustia marea, de que vez que no avanzas y el tren se va y el tren no se puede ir, y no avanzas, y según no avanzas y te entretienes en el detalle en el que no has de entretenerte, según, tu corazón va apretándose, y el apretón en el corazón provoca menos sangre, y hoy ha habido momentos en que he impedido desmayarme. Y estas palabras también tienen su angustia, y la ira de anoche tiene su razón, mas según escribo la angustia no se alivia, y quiero cerrar los ojos, y quiero vivir quizá de otro modo, y ando justo, y ando sueño, y ando susto, y hoy no quiero ya llover. Los ojos de niño suelo y me hablan de nuevo, hoy no, no lluevas hoy. Hoy solo no quiero llover yo, hoy necesito mi cura de llanto, mi alivio de llanto, y hoy no lluevo yo, palabras que muevan llanto, amor propio que mueva llanto. Que llueva el cielo, que se abra y lave todo y cante todo y sueñe todo, y hoy no, hoy no quiero, Dios mío, no...

domingo, 4 de julio de 2010

Únete A Los Que Cantan

Brian Aldiss, escritor de libros de ciencia ficción, dice: “Hay dos tipos de escritores; unos hacen pensar, y otros hacen soñar”. Creo yo, que al margen de esta diferenciación debemos priorizar la valentía y el buen hacer que ellos tienen, y saber que para empezar todo escritor debe ser, antes que nada, un buen lector. Quien se aferra a los libros académicos y no lee lo que escriben los demás (y no me refiero sólo a libros, sino también a columnas de periódicos, artículos de revistas, blogs, etcétera), nunca llegará a conocer sus propias cualidades y defectos. Por lo tanto, antes de comenzar cualquier cosa, se debe buscar a personas interesadas en compartir sus experiencias mediante la palabra. Yo no digo; acérquense a otros escritores, sino encuentren a personas con diferentes habilidades, porque escribir no se diferencia de cualquier actividad realizada con entusiasmo. Sus aliados no serán necesariamente aquellas personas a las que todos miran, deslumbrados, y afirman; es el mejor. Muy al contrario; es gente que no tiene miedo de equivocarse y que, por eso mismo, se equivoca. Por la misma razón, no siempre se reconoce su trabajo. Pero éstas son las personas que trasforman el mundo, y que, después de muchos errores, logran algún acierto que revoluciona para bien la vida de su entrono. Son personas que no consiguen estarse de brazos cruzados, esperando que las cosas sucedan, para poder después decidir cuál es la mejor manera de contarlo; van decidiendo a medida que actúan, incluso sabiendo que eso puede ser muy arriesgado. Convivir con este tipo de personas es importante para un escritor, porque éste debe entender que, antes de ponerse frente al papel, debe ser lo bastante libre como para cambiar de dirección a medida que su imaginación viaja. Después de escribir una frase, debe poder decirse a sí mismo: “Mientras escribía, recorrí un largo camino, y ahora concluyo este párrafo con la conciencia de que arriesgué lo necesario y di lo mejor de mí mismo”. Los mejores aliados son los que no piensan como los demás. Por eso, mientras buscas a tus no siempre visibles compañeros (pues raramente se produce el encuentro entre el lector y el escritor), has de creer en tu intuición y no prestar oídos a los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a los otros con el modelo de sus propias limitaciones y, a veces, la opinión de nuestro entorno está llena de prejuicios y miedos. Únete a los que nunca dijeron; ‘hasta aquí he llegado, no puedo seguir’. Porque de la misma manera que al invierno le sigue la primavera, nada puede parar; tras alcanzar el objetivo es necesario recomenzar, usando siempre todo lo aprendido en el trayecto. Únete a los que cantan, cuentan historias, disfrutan de la vida, y tienen alegría en los ojos. Porque la alegría es contagiosa, e impide siempre que las personas se dejen paralizar por la depresión, por la soledad y por las dificultades. Y cuenta tu historia, aunque sólo sea para que la lea tu familia.

lunes, 21 de junio de 2010

La Era Cristiana

Nuestro año 2010 es, según el calendario romano, el 2763 ab urbe condita (desde la fundación de Roma); el 1431 de la Hégira o era musulmana; el 5770 de los judíos, y el 4707 de los chinos.
Para los budistas es el 2553, aunque la tradición tibetana lo calcula en 2134.
Sin embargo, el calendario cristiano es el que ha prevalecido: desde el año 525, por iniciativa del monje Dionisio el Exiguo, la historia del mundo se divide en antes y después del nacimiento de Jesucristo, ocurrido el año 1, aunque en realidad fue el año 3 o 4 antes de la era que lleva su nombre, pues no hubo año 0. Esta ‘victoria’ del cristianismo se debe sobre todo a la eficacia del calendario gregoriano, instituido en 1582 por el papa Gregorio XIII.

Longevidad

Estadísticas no oficiales señalan la existencia de por lo menos tres zonas en el mundo donde la longevidad de sus habitantes es realmente notable: Vilcabamba, en Ecuador; la región del Cáucaso, entre Europa del Este y Asia occidental; Hunza, al norte de Pakistán. Los tres lugares están situados en áreas montañosas cuyos habitantes para sobrevivir, se dedican primordialmente a la agricultura, una labor que exige duro trabajo muscular y largas caminatas diarias. Sus pobladores se alimentan con una dieta de bajo contenido en grasas y proteínas, y consumen solo comestibles naturales, sin ningún tipo de aditivos. La gente vive en un clima psicológico en el que prácticamente no se conoce el significado de la jubilación, hay gran respeto hacia los ancianos, los vínculos familiares son estrechos y duraderos y mínimas las tenciones emocionales. Estudios recientes han demostrado que algunos habitantes de estas zonas ‘centenarias’ tienen un notable vigor y salud entre los más ancianos. El principio fundamental de todo programa encaminado a prolongar al máximo nuestra vida será, pues, disfrutar cada momento independientemente de que vayamos a vivir uno o cien años. Así lo expreso el filósofo Jean Jacques Rousseau: «Enséñale a vivir, no a evitar la muerte: la esencia de la vida no es la respiración, sino la acción y el empleo de nuestros sentidos, de nuestra mente, de nuestras facultades, de todas las partes de nuestro ser que nos hagan sentir que existimos». En otras palabras: disfrutar la vida es la mejor manera de prolongar la existencia.

viernes, 18 de junio de 2010

Cosas

¡Pensar cuánto hemos adelantado en el siglo XXI: El hombre que antes era un engranaje de la máquina, es ahora un dígito de la computadora!

jueves, 17 de junio de 2010

En Pareja

Hacerse propósitos al comienzo de un día, ayuda a valorar lo que realmente importa. Por eso sorprende que rara vez incluyamos en la lista aspiraciones para nuestra relación de pareja, a menos que ésta ya se encuentre en crisis. “La gente se concentra tanto en el trabajo, la educación de los hijos y sus necesidades personales – dice Gloria Richfield, coautora de ‘Juntos para siempre’ −, que se olvida de cuidar su matrimonio”. Este día, además de proponerte trabajar, leer un libro o adelgazar, dedica tiempo a intentar cumplir tus objetivos de pareja. Hacerlo puede ser gratificante y la mejoría en la relación se mantendrá por mucho tiempo.

lunes, 14 de junio de 2010

Dinero

El dinero es algo muy singular. Se equipara a la muerte como su máximo motivo de angustia y al amor fuente de goce del hombre. Semeja a las más terribles enfermedades por ser igualmente importante para quienes lo tienen como para los que no. A través de la historia, el dinero ha sido opresor de la gente en dos formas diferentes: ya por ser muy abundante y muy poco confiable, o por ser seguro pero muy escaso. Y para muchas personas en la época actual, tiene un tercer defecto: el de ser inseguro y a la vez insuficiente.

jueves, 10 de junio de 2010

La Mesa Del Anciano

A las puertas de la muerte, un anciano generoso y bueno en su cama hizo una plegaria por el eterno descanso de su alma. Le inquietaban el cielo y el infierno. ¿Cómo eran de verdad? Bien sabia Dios que se había pasado la vida estudiando sobre ambos, más ahora, a los 86 años de edad, le asaltaban algunas dudas.
Distinguió vagamente una figura al pie de su lecho. Era Pedro, el pescador. Como le llamo por señas, le siguió, y en silencio le condujo por entre las galaxias del cielo nocturno. En un lugar lejano se detuvieron ante una gran casa. «El reino de Dios consta de muchas mansiones −, le explicó Pedro − al igual que el infierno. Entra, y te mostraré el primer aposento de la morada de Satanás». Al entrar el anciano, escucho terribles lamentos quejumbrosos. Alrededor de una enorme mesa se sentaban muchas personas, y en el centro había una gran fuente que contenía el plato favorito del anciano: arroz al horno. Aunque todos llevaban cucharas y podían alcanzar la fuente, se estaban muriendo de hambre. El mango de las cucharas, fijo a sus manos, era el doble de largo que sus brazos, de modo que les resultaba imposible llevarse la cuchara a la boca. Los gritos de hambre y desesperación eran tan espeluznantes que el anciano pidió salir de allí.
Pedro lo llevó luego a otra mansión muy distante, donde le invitó a pasar a la antesala del Paraíso. Allí, muchas personas rodeaban una mesa similar, con el mismo plato. El mango de las cucharas era también demasiado largo, pero nadie gritaba, ni se lamentaba, ni sufría de hambre… se daban de comer unos a otros.
Ahí Pedro lo dejó, por tener el anciano ya mucha práctica. Dios sabía que se lo merecía.

miércoles, 2 de junio de 2010

Apretón

El primer apretón de manos de la vida es el más extraordinario de todos; el del niño de pecho que agarra el dedo de su madre o de su padre.

martes, 18 de mayo de 2010

Juntos Con El Viento

Llena de orgullo, pedaleaba en su bicicleta, camino de una nueva realización. La posibilidad de dejar atrás a muchos atrapados en la desidia y el convencimiento de que estaba haciendo algo por su salud y su espíritu, le daban una placentera y satisfactoria sensación. En un descanso, un hombre – su padre – también en bicicleta, se detuvo a su lado. Le hizo un guiño y luego, con una sonrisa cariñosa, le dijo; «así que también tú vas con el viento, pedaleando hacia el firmamento, muy bien». Y luego desaparecieron.

Dinero, Gloria y Muerte

El toreo, además de un arte, es un oficio, un rito y una tragedia. A los matadores, sus figuras, va por ellos estás líneas.
Soy apenas conocedor de este tema, soy además forastero, pero con algunos años en España y corazón latino puedo sentir lo que sus amantes sienten.
En el mundo contemporáneo el oficio de torero es el único en el que la vida se pone voluntariamente en juego. A un soldado le pueden pegar un tiro, un albañil puede caerse de un andamio, incluso un rockero puede morir electrocutado por su guitarra.
Pero el único oficio en el que el peligro de muerte es parte constitutiva y fundamental es el oficio del toreo. Que además es un arte.
El escritor Samuel Beckett decía que; “ser un artista es atreverse a fracasar”. En el caso de un torero ese fracaso se paga con la vida, cosa que por lo general no le pasa a un poeta.
Pero, a la vez, se da la paradoja de que ese fracaso técnico y artístico que es la muerte, en el ruedo se transmuta en gloria eterna. Porque el toreo, además de un arte, es un oficio, es un rito, una tragedia, y la consumación de un sacrificio.

lunes, 26 de abril de 2010

Un Tiempo De Reflexión

La otra noche, mientras manejaba bicicleta en la pista, se me ocurrió pensar que el único tiempo de que dispongo realmente para la reflexión, es cuando voy agarrado del manubrio y sobre las ruedas. En efecto, es el único tiempo en que estoy libre; libre del teléfono, libre de mis ocupaciones habituales, libre de toda clase de interrupciones, y únicamente atento a la necesidad de usar con prudencia el manubrio y los frenos. Mientras corría por la pista, mi mente iba pasando de un pensamiento a otro con tanta facilidad como si hiciera click’s en el ordenador. Y cuando llegué a casa, me conocía a mí mismo un poco mejor.

martes, 20 de abril de 2010

La Máquina De Escribir

Durante mi adolescencia, e incluso desde más antes, en la década de los setenta, mi padre se había empeñado en que aprenda a escribir a máquina, pues parecía ser que eso era muy útil para cuando se quería escribir a máquina. En vista de ello, empecé a aprender y confieso que era bastante difícil. Lo que más me gustaba de la máquina de escribir es que parecía una tribuna de fútbol, llena de letras, esperando el momento de ver el partido. Cuando colocábamos la hoja de papel y le dábamos cuerda al rodillo, creíamos inocentemente, que la máquina de escribir era un instrumento que manejaríamos a nuestro antojo; pero nada más lejos de la realidad. La máquina de escribir tenía vida propia, y no le gustaba dejarse manejar por personas que no ejercían un dominio absoluto sobre ellas. En cuanto la máquina se daba cuenta de nuestra inexperiencia, empezaba a gastarnos toda clase de bromas, y algunas veces nos escondía una letra para ver lo que hacíamos.
− ¿En dónde se habrá metido la efe? – nos preguntábamos llenos de angustia −. Nada, que no encuentro la efe por ninguna parte… ¡En fin!, lo escribiré con pe.
Otras veces la máquina aprovechaba nuestro atontamiento para marcar la equis, que estaba siempre deseando salir, y tenía que aprovechar esos momentos para poder exhibirse. La máquina picoteaba el papel como una gallina y aprovechaba el final del reglón para tocar su timbre de bicicleta y asustarnos un poco.
− ¡No sea usted tonta y fea! – nos daban ganas de gritar −. ¿No ve que sabemos que es usted una máquina? ¡Más valdría que se pusiera usted una cinta limpia en el pelo, en vez de llevar esa que lleva tan negra!
Para escribir a máquina nos bastaba con un solo dedo y esto nos desagradaba, ya que nos hacía comprobar la inutilidad de los otros y no sabíamos qué hacer con ellos. A veces llegaba un momento en que sentíamos la sensación de tener cincuenta o sesenta dedos que nos colgaban de las manos como racimos de uvas.
Las máquinas de las oficinas solían ser máquinas poco serias, que se dejaban tocar por todo el mundo, mientras que las máquinas buenas estaban siempre metiditas en sus casas, zurciendo calcetines, repasando sus botones para que no se les caiga ninguno, o apenas dejándose tocar por sus dueños.
Por todas esas razones le fui tomando antipatía y no tenía nada de particular que, el día menos pensado, hubiera agarrado la máquina de escribir y hecho con ella un despertador para devolvérsela a mi padre.

martes, 13 de abril de 2010

Manejarse

El hombre que maneja bicicleta lo hace porque necesita manejarse; porque tal es su naturaleza. Las ruedas, el manubrio, el viento y el correr hacia el firmamento, no constituyen todo lo que encuentra en el camino; descubre, además, cosas a cerca de su propio cuerpo y de su propia mente que casi había olvidado en la rutina del vivir día con día cada día. Aprende para qué son sus piernas y sus pulmones, y qué quisieron decir los sabios cuando aconsejaron refrescar el espíritu.

sábado, 27 de marzo de 2010

Futbol Desde Fuera

Un extraterrestre novato, se aprestaba a mirar la Tierra y a sus habitantes, como parte de su adiestramiento espacio-estelar. Coincidió la mira de su visor, con un partido de futbol y confesó que no entendía nada de lo que veía y pasa en el futbol.
Según los registros del extraterrestre de cómo vestían los humanos, se extrañó de que salieran a un campo señores vestidos de niño entre los cuales había otro vestido también de niño que tenía un pito, vio como los señores vestidos de niño empezaron a correr como locos detrás de una pelota, dándole patadas y más patadas.
Le dijo a su instructor que aquello no tenía la menor lógica, porque, una de dos, o aquellos señores querían la pelota, en cuyo caso no tenían por qué darle patadas, o no querían la pelota, en cuyo caso no tenían por qué correr detrás de ella. Entonces su instructor le explicó que lo que querían aquellos señores vestidos de niño era meter la pelota en un sitio que se llamaba la portería, cosa que tampoco comprendió, pues como le dijo a su instructor con mucha razón, meter una pelota tan pequeña en una portería tan grande no es una cosa tan difícil y lo que hubiera sido verdaderamente extraordinario hubiera sido que metieran la portería dentro de la pelota. Según le dijo su instructor, la dificultad de meter la pelota dentro de la portería está en que la mitad de aquellos señores vestidos de niño quieren meter la pelota en un lado, mientras que la otra mitad de señores vestidos de niño quieren meter la pelota en el otro. Y cuando el extraterrestre ya creía haber comprendido todo, tocó el pito el del pito y, al empezar a jugar nuevamente, vio con estupefacción que los que querían meter la pelota en un lado querían meterla en el otro, y los que antes querían meterla en el otro, querían ahora meterla en el uno.
Total, que no hay quien les entienda, dijo. Concluyó, que aquellos no saben lo que quieren y desde luego no le extraño nada que vayan vestidos de niño.

domingo, 21 de marzo de 2010

Humor

Riendo se ensanchan los pulmones y el alma, el humor nos pone una sonrisa y la risa nos ayuda a vivir. A mí, me hace reír el ingenio. Cuando estoy en una conversación que tiene chispa, me rio y lo hago con ganas. Tengo una risa tímida y de pocos decibelios.
Al principio de mi madurez, gente de mi generación decía que no se podía reír delante de cualquiera, así que lo pasaba muy mal porque a veces tenía que morderme la lengua. Pero hace tiempo que decidí que puedo y debo dejarme ir, aunque siempre riéndome de mí también.

Integridad Espiritual

Te amo Jesús, no sólo por lo que eres, sino por lo que yo soy cuando estoy contigo.

viernes, 19 de marzo de 2010

La Mano Del Hombre

A pesar de que nosotros los seres humanos solo hemos estado presentes en el 0,004% de la historia del planeta, somos los máximos responsables de alterar significativamente todos los procesos superficiales terrestres: la construcción de canales, presas y otros sistemas de canalización del agua; el uso de más de un tercio de la superficie terrestre para la producción de alimentos; la emisión de contaminantes atmosféricos procedentes de la producción y el consumo energético…
Darwin no se habría sorprendido: él fue un pionero al afirmar que el hombre puede interferir en un equilibrio natural, resultado de millones de años de evolución. Este impacto, además, se incrementará a medida que lo haga la población mundial, que, en 2007, pasó la barrera de los seis billones.

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