domingo, 4 de julio de 2010

Únete A Los Que Cantan

Brian Aldiss, escritor de libros de ciencia ficción, dice: “Hay dos tipos de escritores; unos hacen pensar, y otros hacen soñar”. Creo yo, que al margen de esta diferenciación debemos priorizar la valentía y el buen hacer que ellos tienen, y saber que para empezar todo escritor debe ser, antes que nada, un buen lector. Quien se aferra a los libros académicos y no lee lo que escriben los demás (y no me refiero sólo a libros, sino también a columnas de periódicos, artículos de revistas, blogs, etcétera), nunca llegará a conocer sus propias cualidades y defectos. Por lo tanto, antes de comenzar cualquier cosa, se debe buscar a personas interesadas en compartir sus experiencias mediante la palabra. Yo no digo; acérquense a otros escritores, sino encuentren a personas con diferentes habilidades, porque escribir no se diferencia de cualquier actividad realizada con entusiasmo. Sus aliados no serán necesariamente aquellas personas a las que todos miran, deslumbrados, y afirman; es el mejor. Muy al contrario; es gente que no tiene miedo de equivocarse y que, por eso mismo, se equivoca. Por la misma razón, no siempre se reconoce su trabajo. Pero éstas son las personas que trasforman el mundo, y que, después de muchos errores, logran algún acierto que revoluciona para bien la vida de su entrono. Son personas que no consiguen estarse de brazos cruzados, esperando que las cosas sucedan, para poder después decidir cuál es la mejor manera de contarlo; van decidiendo a medida que actúan, incluso sabiendo que eso puede ser muy arriesgado. Convivir con este tipo de personas es importante para un escritor, porque éste debe entender que, antes de ponerse frente al papel, debe ser lo bastante libre como para cambiar de dirección a medida que su imaginación viaja. Después de escribir una frase, debe poder decirse a sí mismo: “Mientras escribía, recorrí un largo camino, y ahora concluyo este párrafo con la conciencia de que arriesgué lo necesario y di lo mejor de mí mismo”. Los mejores aliados son los que no piensan como los demás. Por eso, mientras buscas a tus no siempre visibles compañeros (pues raramente se produce el encuentro entre el lector y el escritor), has de creer en tu intuición y no prestar oídos a los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a los otros con el modelo de sus propias limitaciones y, a veces, la opinión de nuestro entorno está llena de prejuicios y miedos. Únete a los que nunca dijeron; ‘hasta aquí he llegado, no puedo seguir’. Porque de la misma manera que al invierno le sigue la primavera, nada puede parar; tras alcanzar el objetivo es necesario recomenzar, usando siempre todo lo aprendido en el trayecto. Únete a los que cantan, cuentan historias, disfrutan de la vida, y tienen alegría en los ojos. Porque la alegría es contagiosa, e impide siempre que las personas se dejen paralizar por la depresión, por la soledad y por las dificultades. Y cuenta tu historia, aunque sólo sea para que la lea tu familia.

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