domingo, 17 de octubre de 2010

La Cumbre De Los Cuarenta Y Cinco

Al vivir esa montaña de los noventa años a veces más o a veces menos, llegando a la cumbre de los cuarenta y cinco para comenzar ahora el descenso, sé que según el ánimo de mi prójimo, puedo resultar insufrible o espléndido. Conviven en mí, en una mezcla que a simple vista parece monstruosa; el manso y el discutidor y esa especie de religiosidad combativa. Mis pensamientos con aroma de pólvora van contra todo bicho viviente; burgueses, políticos, académicos, ateos, creyentes, anticlericales, clericales, judíos, masones, católicos, jerarquías eclesiásticas… contra la humanidad toda, en fin; o dicho más precisamente, contra la humanidad plácidamente instalada en la tibieza y los lugares comunes. Soy uno de esos pocos malditos verdaderos que elevan el estandarte hecho tiras de la derrota, para convertirlo en bandera de esperanza. ¡Un loco tal vez, o tal vez un santo!

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