viernes, 12 de noviembre de 2010

El Encargo

Cada uno comunica lo más importante de su vida. Unos comunican sus poderes, su dinero, sus cosas, su filosofía. El creyente comunica su fe, pues con la Ascensión del Señor nos hemos quedado responsables de hacer presente a Jesús; aunque no nos demos cuenta y aunque no queramos, nos hemos quedado nosotros, cada uno de nosotros, representando en este mundo la persona de Jesús. Por el hecho de llamarnos cristianos hemos aceptado el encargo. No existe cristianismo sin vivirlo con y dentro de los hombres, no existe fe en Cristo sin comunicarla a los demás. Y cuanto más uno da de lo que tiene en su interior, tanto más va creciendo y aumentando aquello que precisamente da. Muy importante es, que saber vivir no es sacar provecho de los privilegios o de la situación personal, eso es propio de los ignorantes; saber vivir es darse cuenta que todo lo que soy crece en la medida en que lo comunico y lo participo. Nos necesitamos para vivir y mantener nuestra esperanza y nuestra salud; necesitamos la comunicación de nuestra pequeña y solitaria experiencia personal. Pero necesitamos no tanto una comunicación de multitud y posesión de cuerpo, como una comunicación de alma, de sentimientos y opiniones. Y esa comunicación del fondo del ser que nos da vida nunca se dará cuando no es posible la verdad, cuando hay que ocultar para no enojar y sobre todo cuando engañamos para quedar bien.

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