martes, 24 de noviembre de 2009

Cubo de Rubik

Hay algunos que un juguete no pueden permitírselo y otros que creen que es un desperdicio de dinero; pero dar un juguete a un niño que nunca ha tenido ninguno es para mí un acto de veneración.
Sé de una mujer – a quien además quiero mucho −, que en su infancia y menos después, había nunca recibido un juguete. Ya en la década de sus treinta y luego de además ser madre y mimosa con su descendencia, recibió un Rubik’s Cube, un juguete multicolor que le deparaba muchas horas de distracción además del reto de aprender a jugar con él. Hoy logra armar y colocar las seis caras con sus colores en orden en menos de siete minutos. Le ha sacado el máximo provecho, sin dejar de lado todos sus deberes y obligaciones, por que a través de este juguete descubrió que nada es inalcanzable, igual como piensan los niños.

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