martes, 17 de abril de 2012

Éxito

Triunfar en un negocio, en una carrera, en cualquier empresa de este mundo, por importante que sea, significa únicamente un éxito temporal, una satisfacción limitada que debe subordinarse al triunfo total definitivo, eterno. El éxito verdadero que lo abraza todo, es la realización progresiva de nuestra perfección moral, la activación y crecimiento de la vida más noble que tenemos o podemos tener cual es la vida divina de la gracia y por ella la consecución en el Cielo del ideal de ideales, la unión con el mismo Dios con eficiencia y felicidad divinas.
Siendo tan desproporcionados estos dos objetos, se comprende que un fracaso en lo temporal, si nos ayuda a triunfar en lo eterno, deberá tenerse por ganancia y éxito verdadero pues equivaldría a perder en el negocio del centavo mientras triunfamos en el del millón. Por eso Dios en su providencia paternal permitirá a veces fracasos temporales si ve que por ellos vamos a aumentar nuestra virtud y santidad. Así se comprende también que Cristo con el mayor fracaso humano de la historia, con su muerte en Cruz, haya conseguido el mayor éxito.

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